Hoy por hoy nos encontramos con una sociedad que demanda personas capaces de trabajar en grupo y personas que sean capaces de mantener relaciones positivas y fluidas con el resto de sus compañeros. No es nada extraño ver en muchas empresas y oficinas a alguien garante de seleccionar a aquellos que sean mínimamente competentes para relacionarse y colaborar con otros. Aportar nuestras competencias en grupo se convierte, pues, en elemento indispensable a la hora de formar un equipo de trabajo.
La reforma educativa introdujo estos cambios y, entre los objetivos que se pretenden conseguir al finalizar la etapa secundaria obligatoria figuran:
1. “Colaborar con otras personas para resolver de forma creativa, integradora y constructiva los interrogantes y problemas…” (objetivo d).
2. “Actuar con autonomía y responsabilidad en las actividades habituales y en las relaciones de grupo, desarrollando las posibilidades de tomar iniciativas…” (objetivo e).
3. “Colaborar en la planificación y realización de actividades en grupo, aceptar las normas y reglas…, articular los intereses propios con los de los otros miembros…, asumir las responsabilidades que correspondan” (objetivo f)
4. “Obrar de acuerdo a los valores básicos que rigen la vida y la convivencia humana de forma habitual y apreciar su importancia”.
La educación debe, por lo tanto, dar respuesta a esta demanda entroncándola con la diversidad de alumnos que atiende para, trabajando en frecuencia y oportunidades todas las inteligencias que cada uno tiene, conseguir estas competencias.
Desde aquí aprender se convierte en una tarea de equipo que difiere mucho de hacer un trabajo en grupo. Esta tarea a la que estamos haciendo referencia, necesita unas herramientas específicas que nos posibilite juntar niveles y capacidades diversas para implicarse al mismo nivel de esfuerzo en aras a conseguir un éxito común.
En este terreno nos venimos moviendo ya desde hace tres años en nuestro colegio. La innovación ha supuesto también un cambio metodológico importante dentro del aula a la hora de organizar las tareas. El aprendizaje cooperativo se da cuando se organizan tareas en las que la cooperación es la condición para llegar al éxito de todos. Muy a diferencia del aprendizaje individual o competitivo, en el que el éxito es individual y solo depende de uno mismo o, como en el segundo caso, en el que el éxito de uno depende del fracaso del otro.
El aprendizaje, poco a poco, está cambiando sus formas. Parafraseando a Sir Ken Robinson, debemos pasar de la educación lineal, industrializada, a la agrícola; no se puede predecir el proceso del desarrollo humano y dedicarnos a formar personas cuyo único y exclusivo objetivo sea la selectividad y la universidad. Debemos ser como un agricultor que cuida y mima para que se vayan dando las condiciones necesarias en el proceso del desarrollo humano, para que sea capaz de afrontar los retos que un futuro bastante ambiguo nos pueda deparar. Personalizar la educación es innovar realmente para las personas que se encuentran en nuestras aulas y no reproducir métodos antiguos.
Esta tarea nos ha supuesto empezar a ser reconocidos por otros centros embarcados, también, en cambiar sus estructuras educativas individualizadas por estructuras cooperativas más inclusivas y solidarias con todos.
Agrupados en dos momentos diferentes, el claustro de primaria, secundaria y bachiller del colegio Irlandesas de Loiu, ha recibido unas jornadas de aprendizaje cooperativo. Andoni Salvador, Natalia Conde y Toñi Burgos, fueron los encargados, en esta ocasión, de llevarles y compartir en cuatro horas de trabajo, toda la experiencia acumulada en estos años: lo mejor que sabemos hacer sobre tareas y metodologías cooperativas.
Sirvan estas líneas, también, para compartir con toda la comunidad educativa nuestra, la ilusión y el buen hacer que ponemos en nuestra labor diaria como personal implicado en construir personas competentes para el futuro.
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Una experiencia increíble poder haber trabajado con compañeros que comparten el mismo entusiasmo por cambiar nuestras aulas.