Durante estas semanas hemos tenido la oportunidad de romper la rutina, trasladarnos a otras dimensiones espacio-temporales y permitirnos una relaciones más informales. Es la magia de las salidas culturales.
Desde Haur Hezkuntza hasta Bachillerato, durante toda su escolaridad, nuestro alumnado acumulará cerca de 50 experiencias que suponen un gran aporte a su desarrollo cultural, social y personal.
La pandemia vino a recordarnos la importancia de mantener un contacto estrecho con el entorno. Según la OMS, pasamos un 90% de tiempo en espacios interiores. En las escuelas el 70% transcurre en el aula durante 175 días, por lo que necesitamos buscar los momentos en escenarios exteriores.
Si estos escenarios son naturales, estaremos contribuyendo a mejorar el “déficit de naturaleza” que hoy en día sufren muchos niños y jóvenes de entornos urbanos. A mayor acceso a áreas naturales cercanas, mayor es su capacidad para sobrellevar situaciones adversas y mejor se enfrentan al estrés. La Naturaleza mejora la autoestima, la creatividad y la intuición
Y es que la posibilidad de visitar cuevas, tener experiencias paleolíticas, practicar actividades de multiaventura entre los árboles, entender la riqueza cultural que nos ofrecen los museos, convertirnos en artzainak por un día, … son una oportunidad de aprendizaje de primer orden.
Y no solo a nivel curricular porque, si bien son una excusa perfecta para “perder clase”, son momentos únicos e irrepetibles que se quedan en la mochila de las experiencias personales. Es lo que tiene unir emociones. amigos y actividades, que al final todo se vive más intensamente y, por lo tanto, perdurarán para siempre.