Su amor a Jesús y a la Eucaristía la había llevado a cotas altas de desprendimiento de sí misma, para no tener otra voluntad que la de Dios
El día 10 de enero de 1949 recibe un telegrama de Roma que le comunica la «Aprobación Definitiva de las Constituciones»; es la respuesta de la Iglesia que ratifica que la obra es de Dios. Ya puede partir tranquila y entona el «Nunc dimittis»: Ya puedes Señor dejar ir en paz a tu sierva… Su estado de salud va empeorando rápidamente desde enero a abril y se espera el desenlace. El día 14 de abril, Jueves Santo, recibe por última vez la Comunión, y el Viernes Santo, 15 de abril de 1949, expira, unida a la Pasión de Cristo.
Ha muerto una Madre santa; era el comentario que corría de boca en boca mientras rodeada de sus hijas, el cortejo fúnebre se dirigía hacia el cementerio de S. Justo en Madrid. A los trece años de su muerte, el 11 de abril de 1962, su cuerpo, que se descubrió incorrupto, es trasladado a la Casa General, en Madrid. Allí está colocado junto a Jesús Eucaristía.
Bañada por la luz
Madre Trinidad fue, desde la infancia, un espíritu selecto, llamado para entregarse a un trato íntimo con su Dios del Sagrario. Precisamente por ello, supo comprender lo que era la renuncia, el amor y la profunda entrega al Corazón del Señor, que atraía su corazón y mente como un imán poderoso. También descubrió pronto la llamada al servicio apostólico. Y, con admirable constancia y dosis ingente de sacrificio, se fue encaminando hacia él. Tuvo que renunciar incluso a lo que más agradaba a su natural sereno y recogido, al gran don de la soledad y de la clausura, para entregarse al servicio del prójimo.
Supo enseñar a sus seguidoras que sólo desde la soledad y la oración se puede encontrar a Dios. Pero que Dios no se contenta con ser descubierto, sino que quiere que quien lo halla se ponga en disposición de comunicarlo, con su testimonio de vida, a todos los hombres. En síntesis magnífica entre contemplación y docencia, entre adoración eucarística y apostolado juveníl, entre amar al Señor y hacerlo amar, fue discurriendo su vida pacífica, modélica y comprometida. El perfil que de ella nos quedó después de luchas, de riesgos y de cansancios fue el de una mujer fuerte que amó a Dios hasta las últimas consecuencias.
El 15 de abril de 1949 partió al encuentro definitivo con el Señor “el único -decía- capaz de corresponder a los fuertes y dulcísimos deseos de mi corazón”. Hoy su Congregación está presente, además de España, en Portugal, México, Perú, Venezuela, Angola, Cabo Verde y Timor Oriental. El proceso de beatificación de la Sierva de Dios, Madre Trinidad, sigue su curso normal en Roma en espera de que llegue a buen término. A ella encomendamos a todas las familias del “Madre de Dios”
Causa de beatificación – en proceso
A partir de 1962, fecha en que se exhumaron los restos de la M. Trinidad y fueron trasladados a la capilla de la Casa General de la Congregación, en Madrid, se reavivó el recuerdo y la devoción, y con las debidas licencias se imprimieron estampas, postales, reliquias… Realizadas las diligencias oportunas para introducir la Causa de Beatificación, fue nombrado Postulador de la Causa el sacerdote D. Miguel Aísa Goñi. Se nombró una comisión para tomar declaración a los testigos, tanto seglares con sacerdotes y religiosas. Se recibieron también testimonios escritos.
Concluída esta primera parte, se fijó la fecha para la apertura oficial el 28 de enero de 1991, aniversario de su nacimiento, En una solemne ceremonia, en el marco de la Celebración Eucarística, tuvo lugar la APERTURA DEL PROCESO. En septiembre del mismo año fallecía D. Miguel Aísa Goñi, Postulador de la Causa. Después de las consultas oportunas, en 1992, fue nombrado Postulador el P. Crescencio Palomo O.P.
En estos años, y tras un minucioso estudio de los escritos de la M. Trinidad, de visitar sus orígenes y algunas casas del Instituto fundadas por ella, el P. Palomo prepara la Positio, para su envío a Roma . Es la fase diocesana del proceso que supone la recopilación de pruebas y el estudio de las virtudes de la Madre Trinidad.
En poco tiempo estará preparada toda la documentación para enviarla a Roma, donde se realiza la última fase del Proceso para el reconocimiento de su santidad.