No encierres en tí la luz que te ha sido dada
M. Trinidad Carreras personalmente vino en 1945 a establecer la Comunidad de Hermanas en una casa de la Ribera de Deusto, donde se inició nuestra pastoral educativa en una pequeña escuela, después en Deusto donde también estuvo y finalmente aquí que nos ve desde Dios.
Espigando en los escritos de Madre Trinidad
Siguiendo las orientaciones de la Iglesia, y entendiendo en ellas la voluntad de Dios, la M. Trinidad fue organizando nuestra misión educativa según los criterios y normativa del momento, muy diferente a la visión pedagógica actual, pero con un enfoque en los valores que tiene vigencia hoy.
Nuestra Fundadora, con una entereza y fidelidad admirables, no se arredró ante las dificultades por impulsar la misión educativa del Instituto y animó a las primeras religiosas a asumirla, así se expresaba:
Allí se nos exige algo de enseñanza y nos llenamos de miedo, pero ¡hemos oído, Señor, la voz de la obediencia, y Tú dirás, Maestro divino, el camino que debemos seguir!.
La labor educativa de las Esclavas de la Eucaristía no se entiende como una profesión meramente sino como una vocación, una llamada a acompañar el crecimiento humano y espiritual de nuestros alumnos como personas, en medio de una sociedad cambiante.
La M. Trinidad en estos inicios se planteaba una educación para las niñas:
“Se tendrá todo el cuidado en que aprendan cuanto necesiten como mujeres en la sociedad y en la familia”
y la Congregación ha ido actualizando y adaptándola según la normativa y las tendencias del momento que vivimos, recogiendo siempre el legado recibido como don de Dios a la M. Trinidad.
Ella ya contemplaba la atención personal cuando las necesidades o capacidades de las niñas lo requerían:
”Cuando alguna colegiala desee o tenga dotes extraordinarias, atiéndase cada caso, y presten especial atención a los más débiles”.
No hablaba de Inteligencias múltiples, o de Inteligencia emocional o espiritual pero las contemplaba cuando decía a las Hermanas:
“En la educación del corazón se ha de poner todo esmero y cuidado, estudiando mucho la maestra las condiciones de cada una para fomentar lo bueno y enseñarles, inculcándoles el amor a Dios y a todos”.
“Las hermanas tengan corazón de madre y conocimiento claro del corazón de las niñas que es lo primero que se debe formar”.
El Evangelio se resume en amor, y la Eucaristía es amor. Ambos son las Fuentes de las que bebe la M. Trinidad y donde se inspiran sus orientaciones educativas.